Pero es mucho mejor ser Ana de Las Tejas Verdes que Ana de ningún lugar, ¿no?
Conocer a Ana de Las Tejas Verdes es conocer a todas las niñas que alguna vez soñaron trasladar la magia de los libros a su realidad de cada día...
Quizá ese es el secreto de la inmortalidad del personaje creado por Lucy Maud Montgomery: su don para encontrar la belleza en lo común. Convirtiendo a un simple cerezo en la Reina de las Nieves, pero también iluminando con su mirada tan perspicaz como maravillada el pueblo de Avonlea y a sus habitantes, desde el dolorosamente tímido, pero siempre amable, Matthew, hasta la entrometida Rachel Lynde o a la estricta Marilla y su gran corazón.
Sin duda, ser Ana de Las Tejas Verdes es mejor que ser Ana de ningún lugar, y ser lectora de sus aventuras es saber que siempre encontrarás un hogar en Las Tejas Verdes y un pedacito de magia allá donde te acompañe este libro.