Agosto de 1939. Mientras los líderes de la Unión Soviética y la Alemania nazi se reúnen en Moscú para repartirse los territorios de Polonia, la joven Ania juega en el campo, ajena a toda barbarie. Sin embargo, todo cambia tras la ocupación de su pueblito Komarno por tropas bolcheviques: ella y su familia serán trasladados al Gulag siberiano, donde trabajarán sin descanso bajo un frío inclemente, arriesgando cada día su integridad física y viviendo bajo el despiadado peso de la desesperanza.
Para sobrevivir, Ania deberá atenerse a los recuerdos de Cezlaw, su primer amor; a la bondad de la anciana Olga, quien mantiene viva su curiosidad gracias a sus historias; y a la tierna devoción de sus padres. Por fortuna el destino quiso para Ania la oportunidad de abandonar el trabajo forzado y emigrar. Junto con su familia y otros muchos polacos, y tras una travesía extenuante, se instalarán en la Hacienda de Santa Rosa en Guanajuato, México, donde por fin encontrarán la redención y una nueva patria.