Un reportero de noticias policiales de un diario nacional identificado solamente con el apellido López, bastante huraño y hasta paranoico, lleva una vida rutinaria en la que ha sido considerada durante los últimos años “la ciudad más peligrosa del mundo”: San Pedro Sula, en el occidente de Honduras. Alterna sus jornadas de trabajo en el diario con las salidas con su novia, una chica mucho más joven que él, algo mojigata y de costumbres férreas, y las visitas a un café del centro de la ciudad. Un día acude a la escena de un crimen pasional y descubre que conoce, aunque sólo de vista, a la víctima y a su asesino. A partir de su involucramiento en la historia de ese crimen, primero por su trabajo como periodista y luego por simple curiosidad, su vida deja de ser lo que hasta entonces era y empieza una permanente huida de todo y de todos.