En la década final de su vida, Borges emprendió una gira por los Estados Unidos con el fin de participar en una serie de diálogos organizados por varias de las universidades más prestigiosas de esa nación (Chicago, Indiana, Columbia, Boston, Harvard y el MIT).
El recorrido traza una cartografía inquietante: Borges conversa sobre el sentido del universo con un astrofísico, sobre misticismo con un experto en cábala y sobre el difuso límite entre realidad y ficción con escritores y poetas. Asiste a un encuentro en el pen Club de Nueva York y concede incluso una entrevista a una personalidad televisiva: Dick Cavett.
A lo largo de estos encuentros, el escritor argentino evoca sueños y pesadillas, sagas nórdicas, frases del inglés antiguo, la presencia del «otro» y el doble, y varios de sus autores favoritos, entre otros temas.
El placer intelectual de la conversación lleva asimismo a Borges (por lo general, renuente a las confidencias) a revelar el significado de símbolos y tramas de varias de sus obras.