Tan reveladoras como un diario, las cartas que Sylvia Plath dirigió a su madre cubren los años más importantes de su vida, desde el ingreso en la universidad, en 1950, hasta unos días antes de su suicidio, en 1963. Carta tras carta, en estas páginas se van perfilando las emociones y los sentimientos de una escritora que ya es un mito de la literatura contemporánea. Tras los primeros momentos de euforia juvenil, Sylvia fue madurando: la chica risueña pronto fue mujer, y en estos textos tan íntimos nos entrega el testimonio de sus años de convivencia con Ted Hughes, de su experiencia de la maternidad y de los momentos de angustia previos a su último y desesperado gesto. El cuerpo se esfuma, pero queda la palabra: Cartas a mimadre recoge los pasos vacilantes y hermosos de una mujer que desfiló por la vida y por el arte con pie de equilibrista, sabiendo a ciencia cierta que no había red capaz de protegerla.