Bondy retrata en cada uno de estos cuentos un aspecto diferente de la cultura hondureña, validando con una simple algarabía de adolescentes al inexistente Río Verbena de Maromé, tan mentado, cantado y desconocido en nuestra hidrografía. Conocemos los condimentos del señor Gamonal y los desvaríos de la hija. Del mismo modo, nos encontramos con nuestra mitología, cuando vemos a la muerte bien vestida y puntual. Lo político tampoco escapa en la figura del activista gritando por las calles.
El autor reinventa la gastronomía tradicional hondureña y el origen de algunos platos insignes, utilizándolos como un medio para explorar aspectos antropológicos más profundos, como el sincretismo racial, el culto a los santos, la brujería, el erotismo rural y la represión política de los gobiernos conservadores, como en el caso del cuento “La rebelión de la campirana”. En cuanto a la sensualidad, Bondy explora temas como la infidelidad, el deseo carnal, la santidad, la agonía y el placer. Demuestra cómo la sensualidad puede ser un ingrediente provocador en las recetas de las comidas y consolador en los momentos más trágicos de un enfermo terminal que rememora su vida a través de la música lejana de una emisora pueblerina.
Por otro lado, el estilo ameno y el sentido del humor de Ernesto Bondy son aspectos que hacen de la obra que presentamos una lectura entretenida y disfrutable, donde el autor utiliza un lenguaje culto, pero también un fuerte registro coloquial con figuras literarias accesibles, las cuales conectan con la inventiva del lector, permitiéndole sumergirse en cada uno de los cuentos de manera fluida.
En definitiva, De ninfas, sabores y desamores, es una obra especial donde la cultura parroquial y la gastronomía se combinan con la crítica social en una lectura placentera y divertida. Ernesto Bondy es un cuentista hondureño que debería ser valorado por su estilo fantástico y su capacidad para mostrar con ojo irónico las contradicciones que rodean la vida del hondureño.